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miércoles, 9 de diciembre de 2015

Mi oscuro Ente

Soy ese ente astral que aflora en la sombra del ocaso y se marchita al vislumbrar los rayos de la primera luz del alba, arropado por pesadillas y los más profundos temores, protegido por espinas de inefable tamaño, alimentado por lágrimas de amargura y desesperación, ahogado en sonidos ominosos y melodías disonantes que mi propia voz compone al alzarse libre de mi putrefacta boca y mugrientos labios consumidos tras efímeros eónes por melancolía y tristeza.

Observo la oscuridad desde mis cuencas vacías, donde la nada habita y mira rancia-mente a todo ser que se oculte en su escarpado agujero huyendo ante su imponente presencia. Hubo un tiempo en el que verdaderos ojos convivían en armonía con el resto de mis componentes, como también hubo un tiempo en el que mi alma se aferraba a lúdicas esperanzas en mi interior, sendas partes que antes me conformaban huyeron despavoridas ante el encuentro fortuito con las verdaderas intenciones de mi ardiente corazón  consumido ya por exacerbadas llamas que sucumben  a su metamorfosis convirtiéndose en ceniza desprendiéndose de su calor y helando todo cuanto protegían, rompiendo la cadena y permitiendo a los eslabones vagar moribundos pues han olvidado su función. El circulo vicioso crece hasta convertirse en infinito como la soledad que me acuna en mi funesta tumba de incertidumbre ante la entelequia de mi vida, una vida en penumbras, una vida de olvido, una vida sin muerte.

Y así soy yo un ente, que padecerá la penuria de su elocuente mente. Mientras la luz no me roce la oscuridad seguirá impidiendo que me me marchite y pueda mudar de ser, jamas podre recobrar la esencia de lo que era la verdadera existencia a la que anhelo volver.

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