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martes, 28 de abril de 2015

Lúgubre silencio

Madera intangible, papel de seda y tinta de lagrimas. De nuevo me hallo sentado, dando uso a materiales inusualmente raros, extraños, únicos.
Cascadas de folios se postran ante mí, pidiéndome que les de uso, de nuevo.
Hacia tiempo que no transitaba los caminos blancos de la imaginación, que no usaba el lienzo del dolor y el desamparo. No había sido capaz, no desde que ella desapareció, dejando un eco de silencio infinito, imperceptible por todos menos por mi.
He vagado sordo, ciego y mudo desde entonces. Confinándome en los más oscuros callejones, intentando eludir la triste realidad de su marcha. Ni siquiera puede despedirme y eso es lo que más me aflige. Como un dolor de estomago que crees que va a deshacerte por dentro , como el suplicio de una muerte lenta ahogado por tu propia desdicha. Consumido por las llamas del arrepentimiento, convirtiéndome en polvo y nada más.
El murmullo de un animal sin nombre, al que por su forma apode vida me despertó. Resurgí de mi letargo y renací cual Fénix.
Todo a mi alrededor había dado un severo cambio, me encontraba anonadado en un dilema difícil de explicar.
Los murmullos seguían y yo recobraba el conocimiento, el silencio cesaba y las voces se introducían de golpe en mi cabeza...empezaba a recordar, la recordaba a ella, la añoro y la extraño con todo mi ser y toda mi alma.
Era tan bella, una sublime perfección de la incierta naturaleza, toda ella rebosaba una apasionante vitalidad, su simple mirada me proporcionaba un inmenso placer, una felicidad inalcanzable para aquellos que jamas hallan sabido de su existencia. Un segundo a su lado superaba con creces una eternidad en el paraíso, una vida con ella se asemejaba a la gloria del infinito regocijo del nacimiento del todo, pero ante ella todo eso  se quedaba muy corto, su vida conformaba todo mi mundo y yo crecía a su alrededor.
La echo de menos, echo de menos el calor que desprendía su cuerpo, un calor que descongelaba incluso un corazón tan frío como el mío.
Pero hoy es el día de dejar atrás el pasado, aunque duela. Hoy es el día de esculpir un puente hacia la luz del mañana. Por eso me despido, le escribo esta carta a la nada, para que se pierda contigo.
Tu figura se ha olvidado en el ayer, pero tu recuerdo estará siempre clavado en mi ser, incrustado en mi corazón...por siempre jamás mi amor